sábado, 10 de diciembre de 2011

Onceava Entrega

Las últimas semanas han resultado particularmente intensas: viajes, visitas, encuentros y fundamentalmente, el hecho de haber empezado a trabajar en una dependencia estatal hicieron que tardemos más de lo habitual en escribir y alimentar el relato de nuestras actividades en Bolivia.

Luego de varias reuniones y entrevistas con funcionarios de distinto rango, fuimos asignados para trabajar (vale aclarar que de modo voluntario) en el Viceministerio de Descolonización, dependiente del Ministerio de Culturas. La Descolonización, tal como lo indica la Constitución Política del Estado, es un eje imprescindible para este proceso. El viceministerio es un espacio muy dinámico que pretende convertirse en el motor ideológico del proceso boliviano. Quienes allí trabajan toman sus tareas con responsabilidad militante y conciencia del rol que tienen frente a la historia. A la cabeza de este organismo está Félix Cárdenas, un indio aymara (tal como se autodefine) que a los 17 años ya era dirigente sindical en su Oruro natal. Formó parte del Ejercito Guerrillero Tupak Katari y varios años después, luego de esa experiencia en la lucha armada, presidió la comisión “Visión País” en la Asamblea Constituyente. Ahí conoció a varios/as asambleistas que mas adelante convocó para trabajar en el  Viceministerio. Félix es un excelente orador, absolutamente carismático y dueño de una  capacidad de lectura política que sorprende. El día que empezamos a trabajar, y pocos minutos después de conocerlo, nos invitó a ir con él al Alto para recorrer escuelas secundarias y entregar dvd´s de una adaptación teatral de “Las venas abiertas de America Latina”, el clásico de Eduardo Galeano. En las próximas entregas seguiremos contando más de esta maravillosa experiencia y del privilegio que significa para nosotros poder conocer desde adentro del Estado el trabajo por la descolonización y los desafíos que ésta supone.

Félix, el vice
La gente del Wayna nos sigue convocando a sus múltiples actividades, y esta vez fuimos para participar de la Comunidad de Saberes y Aprendizajes: un espacio mensual de encuentro en el cual se debate colectivamente sobre un tema necesariamente dificultoso: la construcción del Vivir Bien desde contextos urbanos. A partir de unos videos que sirvieron como disparadores de la discusión y de las consignas que repartieron los/as coordinadores/as, conversamos en grupos sobre su significado, la forma de construirlo y con quién y contra qué, entre otras problemáticas. Sin duda, el Wayna siempre aporta elementos para la reflexión conjunta sobre horizontes que es preciso debatir.

Como parte de las ceremonias ligadas al Día de Todos los Muertos, la Alcaldía de La Paz organizó una visita nocturna al cementerio, en la cual caminamos junto a una multitud entre las lápidas del camposanto, acompañados por guías que hacían referencias a los personajes celebres que allí se encuentran y contaban historias alrededor de las tumbas más ornamentadas. Al día siguiente, el cementerio volvió a recibir un mar de gente que, en honor a sus muertos queridos, desplegó ritos en los cuales se mezclaron las tradiciones cristianas con los usos y costumbres de las comunidades indígenas, generando un ambiente muy distinto al que percibimos en los cementerios que conocemos. Pero no son solamente los colores, los sonidos y los olores lo que llama la atención, sino que los modos de tramitar la muerte se parecen muy poco a los de las sociedades occidentales: lejos de ser una completa tragedia, las cosmovisiones indígenas consideran a este momento como parte de la vida, y de esa forma lo atraviesan.

Un romántico

De la mano de algunas de nuestras amistades, nos sumamos además a un espacio de formación y de discusión conformado desde hace más de dos años por jóvenes que piensan, sienten y viven el proceso de cambio. Junto a ellxs estamos leyendo “La revolución india” de Fausto Reinaga (1906- 1994), un célebre autor boliviano, considerado el padre del indianismo. Primero se hace una ronda de discusión sobre coyuntura en la cual se comparten opiniones y perspectivas y luego se debate sobre el texto. Allí discutimos, entre otras cosas, sobre las rupturas y las continuidades de la guerra de razas y la lucha de clases, las tensiones entre la institucionalidad estatal y los modos comunitarios de organización y los enfrentamientos con los sectores conservadores y la necesidad de redefinir el rumbo de este proceso.

Descolonizadores

Hace algunas semanas volvimos a Cochabamba,  una ciudad muy activa políticamente. Desde la guerra del agua, en el año 2000, la plaza central reúne diariamente a grupos que debaten fervorosamente, en una singular reedición del ágora ateniense. A pocos metros de distancia, el colectivo Thinku desarrolla su cátedra de pensamiento libre, en la cual se abordan distintas cuestiones y se hace una exposición sobre alguna temática histórica. Para completar el cuadro, hay montados unos paneles que hacen las veces de noticiero popular, donde se pegan los diarios del día, se hacen comentarios a las noticias y se critica la construcción de los medios hegemónicos. En un café a pocas cuadras de la plaza nos encontramos con Cocú, uno de los fundadores del Gaia Pacha, un colectivo de ingenieros ambientales que viene trabajando desde el 2006. El Gaia Pacha tiene fundamentalmente dos áreas de actividad: la investigación (sobre temas ligados a los recursos naturales) y la educación ambiental (realizan talleres en escuelas sobre contaminación y cambio climático). Terminando el día, nos encontramos con Carmen, una de las integrantes del colectivo CUECA (Colectivo Urbano por el Cambio). Desde ese espacio, un grupo de intelectuales discute e incide en la vida cochabambina participando en las campañas electorales, publicando solicitadas que marcan su posición y produciendo un programa semanal en la TV local. Esa misma noche viajamos a los suburbios de Cochabamba a la escuela de formación del CEFREC, donde nos dieron una calurosa bienvenida y participamos nuevamente en sus actividades.

Seguimos con un ritmo intenso. Conociendo, aunque de modo incipiente, la estructura estatal desde adentro, podemos ver las fricciones que se producen entre la necesidad de gestionar en el cotidiano y los intentos de construir nuevas relaciones sociales. Pero son esas mismas dificultades las que nos convocan a reafirmar y redoblar el compromiso con la lucha emancipatoria del pueblo boliviano.

Hasta la próxima…

lunes, 14 de noviembre de 2011

Décima Entrega

Aquí estamos nuevamente, y después de que los conflictivos sucesos alrededor de la carretera del TIPNIS nos interpelaran y nos convocaran a escribir sobre ellos, volvemos  a contar algunas de nuestras experiencias.

Voley Intercultural

Finalmente se concretó la invitación para ir a compartir sobre el pasado y el presente de los movimientos piqueteros y las fábricas recuperadas en la Universidad Indígena del Tawantinsuyu. La charla duró aproximadamente una hora y después de nuestra presentación se abrió un espacio para el debate y las preguntas; en un clima de confraternidad conversamos sobre las similitudes y las diferencias de las luchas de nuestro continente, y también de las posibilidades de articulación en base a  los horizontes compartidos. Pocos días después, asistimos nosotros como oyentes a una interesante clase sobre Sociología del Ayllu, en la que aprendimos sobre esta estructura organizativa y sus potencialidades comunitarias.

Los mineros vienen marchando

El Cefrec (Centro de Formación y Realización Cinematográfica de los Pueblos Indígenas) tiene su sede central en La Paz, y hacia allí nos acercamos para conversar con dos de sus referentes. A lo largo de dos horas compartieron con nosotros su lucida visión sobre las dificultades del proceso de cambio, mostrando y manteniendo siempre la voluntad de apoyarlo y aportar al mismo trabajando desde la unidad de las organizaciones sociales alrededor de una comunicación crítica e independiente. Discutimos sobre los problemas que se generan entre la estructura partidaria tradicional y las formas organizativas de los pueblos indígenas, que han logrado constituir al MAS como su instrumento político pero que por momentos quedan entrampados en las lógicas partidarias de verticalismo y burocracia.

Los integrantes de la Oficina de Participación Ciudadana de la Vicepresidencia del Estado Plurinacional nos invitaron a compartir con ellos dos espacios. En el primero intervienen también estudiantes de la Universidad Pública del Alto y entre todos discutimos los avances de sus tesis y compartimos perspectivas y comentarios sobre la presentación que cada uno de ellos realiza, con la voluntad de aportar colectivamente al proceso de elaboración de sus trabajos.  Algunos de los temas que eligieron son “La problemática del trabajo infantil” “Nuevas culturas juveniles” y “La cosmología aymara”. El segundo espacio es un taller de lectura de El Capital, en el que se discute la actualidad del pensamiento marxista con el objetivo de aportar a los análisis de coyuntura y con la expectativa de producir una publicación colectiva para aportar al debate político.

Futuros dirigentes en su visita al Palacio del Gobierno
Además, empezamos con las grabaciones de nuestro programa de radio, que se emite por 101.7 FM Wayna Tambo. Nuestro particular estilo hizo que fuéramos apodados “los Pimpinela del Altiplano” y “Dos simpáticos robots”. Cada diez días pasamos unas horas en el estudio de grabación con algunx de lxs cumpas del equipo del Wayna. Entre canción y canción se entremezclan las luchas de El Alto, alguna referencia a la Guerra del Gas, la trayectoria de la radio y las historias personales.  

Ya lo sabe todo el mundo...

Aunque ahora ya estemos más acostumbrados a su compañía, la primera vez que hablamos con Esperanza Huanca quedamos maravillados. Esperanza es la jefa de la Unidad de Despatriarcalización del Viceministerio de Descolonización, dependiente del Ministerio de Culturas. Es una mujer encantadora, dulce y aguerrida en partes iguales. Para presentarse, nos regaló un hermoso relato de su vida, en el que se desatacaron los recuerdos de cuando caminaba 4 horas para llegar a la escuela primaria y el momento en que fue elegida autoridad originaria de su comunidad. Nos recibió en su oficina vestida con el atuendo típico de su comunidad, que en ella luce muy natural y cotidiano, a la vez que nos habla de su historia y de la historia de su pueblo. Su espíritu cuestionador la llevó a hacerse preguntas desde muy pequeña, esas preguntas que incomodan a los mayores y desarman el sentido común, y así llegó hasta a la Asamblea Constituyente. Esperanza dice que después de largos años de resistencia, por fin llegó la hora de la rebelión.

La Paz es una ciudad profundamente activa: presentaciones de libros, festivales de música, teatro y cine, exposiciones de arte, ferias de todo tipo, seminarios, talleres y  encuentros regionales e internacionales se superponen unos con otros. Fuimos a la presentación del libro “Lo que unos no quieren recordar es lo que otros no pueden olvidar: Asamblea constituyente, descolonización e interculturalidad”, una publicación de varixs autorxs que reflexiona y discute en torno al pasado, presente y futuro del proceso constituyente. Su significación sigue siendo una disputa política, evidenciando que los desafíos de refundación del estado y la sociedad bolivianas no han terminado con la promulgación de la constitución. La CPE, más que la expresión de un acuerdo sellado de una vez y para siempre, debe continuar siendo la brújula política. Parafraseando a Esperanza, la rebelión apenas ha comenzado…

Hasta la próxima…

sábado, 29 de octubre de 2011

Novena Entrega

El porvenir es largo


Sabes Ali, es muy difícil comenzar la lucha por la revolución,
más difícil incluso es continuarla, y lo más difícil de todo es ganarla.
Pero, solamente después, cuando hayamos vencido, comenzarán las
verdaderas dificultades. En resumen, hay todavía mucho que hacer.

Si Ben M’Hidi, La Batalla de Argel

Las tensiones que generó el conflicto alrededor de la construcción de la carretera del TIPNIS (que mantuvo conmocionado al país durante 70 días) se han disipado pero no han desaparecido: las heridas que esta disputa ha abierto están muy lejos de estar cerradas. El camino que sigue estará marcado por estos acontecimientos, pero también por la forma en que se sigan dando los (necesarios) debates que se abrieron a raíz de la marcha indígena. Las contradicciones que conlleva un proceso de cambio real surgen a veces de modo intempestivo, y esta crisis política habilitó espacios de participación y movilización que obligarán a sostener discusiones en las que se pondrá en juego el rumbo del proceso boliviano. Las decisiones que se tomen de aquí en más deberán incluir dimensiones estratégicas en relación a la continuidad y los objetivos de este proceso, sobre todo en lo relativo a los modelos de desarrollo y los patrones de acumulación, los mecanismos de participación y la distribución y uso de tierras. La reforma constitucional de 2009 ha servido para dar cuenta que este es un Estado que cobija muchas Naciones: estamos sin duda en un piso distinto para las discusiones y aquello de “nunca más una Bolivia sin indígenas” parece haberse instalado de modo irrevocable.

El conflicto del TIPNIS deja varias lecciones, que ojalá gobierno y movimientos sociales incorporen para el futuro. En relación a las demandas planteadas por la marcha, ya fue aprobada una ley que declara la intangibilidad del Parque Nacional y que prohíbe la construcción de carreteras en ese territorio. Por su parte, la derecha entendió que lo mejor que puede hacer para debilitar al proceso de cambio es generar divisiones internas, y eso es lo que intentó hacer: encontró una forma de hacer daño y la explotó con todas sus fuerzas. Electoralmente, y en términos de hegemonía, es probable que el gobierno salga de esta contienda peor de lo que entró: perdió una parte de su apoyo (sobre todo en los sectores de la clase media urbana) y algunas de las consignas que se escucharon en el espectacular (por su lógica mediática de construcción de espectáculo) recibimiento que la derecha hizo de la marcha indígena pedían violentamente la caída de Evo. A la vez, que hayan sido los sectores más conservadores de este país los que hayan salido a reclamar a viva voz que se cumpla con la Nueva Constitución Política del Estado, a pesar de la hipocresía y la paradoja que ello supone, puede ser leído como una conquista del propio proceso. 

Se han abierto además nuevos frentes de conflicto. Aún no está del todo claro qué alcance tendrá la “intangibilidad” planteada por la ley promulgada luego de los acuerdos entre el gobierno y los marchistas, ni cuáles serán sus consecuencias prácticas. Luego de proponerlo, los propios indígenas se opusieron al término porque temen que convierta en delito algunas actividades relacionadas con  sus formas de subsistencia. También temen que se prohíban los emprendimientos comerciales de explotación de los recursos naturales que empresas privadas realizan en el Parque; los pueblos indígenas están dispuestos a defender estos emprendimientos en la reglamentación de la ley[1]. Los líderes son conscientes de que han logrado torcer la voluntad inicial del gobierno pero también saben que deben rendir cuentas a sus bases y, sobre todo, generar nuevos acuerdos con aquellos habitantes del territorio que pedían la carretera. Asimismo, sectores cocaleros de Cochabamba y de zonas aledañas al TIPNIS buscan que se revoque la ley y amenazan con iniciar una nueva marcha, exigiendo la articulación vial entre los departamentos de Beni y Cochabamba.

Por otra parte, uno de los resultados más negativos que dejó el conflicto del TIPNIS ha sido la pérdida de protagonismo de las recientes elecciones judiciales, una medida revolucionaria por donde se la mire. Pensemos lo lejos que estamos en otro países de América Latina de poder elegir por voto universal a quienes conforman la Corte Suprema. No sólo estamos lejos efectivamente, sino que tampoco forma parte de nuestro horizonte de posibilidades ni de los reclamos populares. Una primera aproximación a los resultados de las elecciones muestra la presencia de indígenas y mujeres entre los elegidos/as y enseña el camino a seguir: la justicia debe estar al servicio de aquellos/as que históricamente han sido los/as más desfavorecidos/as en este país. Asumir como tarea la transformación de la justicia implica tener en cuenta que hasta este momento los jueces y juezas han estado en su mayoría subordinados/as a los intereses de una oligarquía aristócrata. Descolonizar la justicia, erradicar la injusticia, y revolucionar el aparato judicial: esos son los retos que hay por delante. La construcción de un nuevo poder judicial forma parte de la apuesta por delinear el Estado Plurinacional.

En este complejo escenario histórico, algunas organizaciones que se sienten parte de este proceso y siguen luchando desde adentro por la profundización y la reconducción del mismo, han acuñado el concepto de corresponsabilidad, idea clave para poder pensar en los errores y los aciertos compartidos. Considerar que todo lo que pasa en este Estado es “malo” y que lo  que sucede en los movimientos sociales es “bueno” es caer en simplismos que resultan de muy poca ayuda para entender las contradicciones reales que atraviesan los procesos históricos[2]. Los movimientos sociales no pueden reproducir lógicas paternalistas: el movimiento originario campesino indígena tiene que asumir su rol histórico y seguir siendo protagonista de este proceso. Pero no se trata de justificar cualquier política ni hay que dejar de lado que quienes ocupan cargos en el Estado cuentan con una batería de recursos cualitativa y cuantitativamente distintos a los dirigentes y las bases de los movimientos sociales. En Bolivia se modificaron las relaciones clásicas entre el Estado y la sociedad civil; profundizar las grietas que han abierto en el Estado capitalista, colonial y patriarcal que han heredado y transformarlo definitivamente es uno de los desafíos políticos más grandes que enfrentan. De este proceso se espera mucho más que medidas redistributivas y una tendencia hacia la justicia social: el horizonte de buena parte de quienes le dan vida es trascender el capitalismo.  

Pretender que las teorías y prácticas sobre cómo hacer la revolución sean las mismas en todo tiempo y lugar es un infantilismo. Y esto de ningún modo significa caer en posiciones posmodernas relativistas; muy por el contario, es considerar como punto de partida las condiciones reales de lo existente y las formaciones sociales históricas concretas. Quizás las palabras de Si Ben M´hidi no sean tan distintas a las que Evo escucho de sus yatiris en Tiwanaku en enero de 2006. Pasaron desde ese momento poco más de 5 años. Los ojos de toda América Latina y del mundo están posados en este pequeño país que se ha levantado después de 516 años de sometimiento y ha comenzado a andar el difícil camino de la emancipación.

PD 1: agradecemos a nuestros/as compañeros/as del Viceministerio de Descolonización por abrirnos las puertas y dejarnos compartir con ellos este camino de lucha y resistencia y al colectivo del Wayna Tambo por generar de modo permanente espacios de reflexión que habilitan a seguir pensando e inventado.


PD 2: Link con el video de la entrevista que hicimos con Boaventura de Sousa   Santos en agosto. 
Edición de fotos y producción de video: Mabel Thwaites Rey: Entrevista con Boaventura
  



[1] Si bien a lo largo de los meses de la marcha se ha construido una imagen del TIPNIS como reserva ecológica virgen en su totalidad, las actividades extractivas madereras, los emprendimientos turísticos privados y la cría de animales exóticos son prioritarias en algunas zonas del Parque. Esto complejiza el escenario de actores e intereses en juego. Habrá que diseñar el modo de generar actividades productivas comunitarias que no impliquen un uso mercantilista del territorio.
[2] Incluso hay quienes siguen buscando explicaciones entre las características personales de Evo Morales, generando psicologismos que no hacen más que confundir los análisis y las posiciones.

domingo, 16 de octubre de 2011

Octava Entrega

Algunas reflexiones en torno al proceso de descolonización

Las últimas semanas han sido claves para el proceso de cambio. El miércoles 12 de octubre, recientemente declarado Día de la Descolonización, una masiva marcha en apoyo al gobierno y al proceso ganó la Paz, en medio de una crisis política luego de la violenta intervención policial a la marcha del TIPNIS. Al mismo tiempo, esta marcha sigue su curso y faltan pocos días para su ingreso a la capital. La derecha boliviana no puede ya esgrimir banderas propias y utiliza reivindicaciones populares para debilitar al gobierno. Por otra parte, en lo que constituye un hecho inédito para el país y para el mundo, el domingo 16 se realizaron las primeras elecciones para conformar el poder judicial por voto universal, hecho que encuentra al oficialismo y la oposición midiendo fuerzas. El escenario es sin duda complejo y nos invita a reflexionar acerca de la descolonización y el proceso de cambio.

Declarar el 12 de Octubre como día de la descolonización[1] implica asumir la misma como un desafío político y al mismo tiempo evidencia que Estado y sociedad aún son coloniales y que el poder, el saber y el ser están colonizados. A pesar de los múltiples discursos sobre la descolonización, ésta todavía suena a palabra exótica. Creer que equivale a volver el tiempo atrás y proponer un retorno romántico a un pasado mítico es absolutamente colonial. De lo que se trata es de la recuperación y reactualización de saberes y prácticas, que sin negar la modernidad, afirmen modos de vida que permitan trascender al capitalismo: es poder decidir en los propios términos, en libertad y con autodeterminación.

En este camino no debe perderse de vista la centralidad de la espiritualidad indígena, como un elemento político absolutamente radical y no como un pachamamismo arcaico. Los saberes y las tradiciones de los pueblos indígenas (extraños a las izquierdas clásicas) son componentes insoslayables de las luchas. Y no es cuestión de devenir indio/a sin serlo, pues eso sería imposible, pero en la búsqueda de solidaridades y articulaciones entre los sectores subalternos no puede considerarse lo indígena desde un folklorismo esotérico, sino con la seriedad y el respeto que merecen sus sistemas de organización, poseedores de una densidad existencial muy profunda. En su resistencia se sella también parte del destino de todos los pueblos oprimidos del mundo que están luchando por su liberación.

Sin embargo, el conflicto del TIPNIS muestra también la persistencia de discursos y prácticas coloniales en el Estado y en las organizaciones sociales. Cocaleros, comunidades interculturales y algunos sectores del gobierno calificaron de “atrasados y bárbaros” a los marchistas, acusándolos de ser reticentes al “progreso y el desarrollo”. El colonialismo tiene como uno de sus componentes fundamentales, y quizás el más difícil de combatir, al colonialismo interno. Por su parte, el imperialismo a pequeña escala de Brasil es una cuestión que está trayendo muchos dolores de cabeza. En tanto actor regional dominante, es difícil divorciarse de sus requerimientos, y sumamente peligroso quedar entrampado en sus lógicas.

En medio de estas apuestas y contradicciones, la plaza Villaroel fue escenario de la presencia de más de 200 organizaciones sociales de todo el país. En ella se dieron cita más de medio millón de mineros/as, campesinos/as, indígenas, profesionales, estudiantes y un largo etc. Frente a las renovadas estrategias de los grupos conservadores que buscan dividir a los sectores populares, los discursos de los/as dirigentes hicieron hincapié en su apoyo al proceso de cambio y en la necesidad de la unidad. A raíz de la conmovedora manifestación popular, Evo dijo sentirse obligado a responder a las demandas de su pueblo. “¿Quién no comete errores? Lo importante es corregirlos en beneficio de las/os bolivianas/os, porque llegué a la Presidencia para servir al pueblo y no para servirme de él”. También realizó una convocatoria a todos los sectores para discutir y poner en marcha una nueva agenda[2]: las bases deben ser quienes la definan y proporcionen las nuevas directivas. Este es un gobierno que ha llegado al poder como consecuencia de las luchas y las movilizaciones de esos movimientos sociales, a los que hoy debe escuchar para poder retomar el rumbo.

En los últimos tiempos, el debate interno ha disminuido. La crisis política es sin duda un llamado de atención a la soberbia del gobierno, que debe retomar y ampliar crecientemente los espacios de participación y reconocer con humildad las equivocaciones que ha cometido[3]. En primer lugar, esta nueva agenda tendrá como principal desafío constituirse alrededor de lo plurinacional y conjugar demandas particulares con intereses colectivos. La democracia formal y representativa por momentos subsume las formas de democracia participativas y comunitarias, pero éstas deben resurgir con toda su potencia y poder instituyente. En segundo lugar, el Presidente definió el Vivir Bien como horizonte y la industrialización como medio para financiarlo. Buena parte del futuro del proceso se resolverá en la conjugación de estos términos. ¿Cómo distanciarse definitivamente del imaginario capitalista y colonial del desarrollo y el crecimiento económico, generando a la vez una mejora en las condiciones de vida de la mayoría de los sectores populares? ¿Cómo consolidar la redistribución de los recursos[4] a la vez que avanzar en una transformación estructural de la matriz productiva? Si hasta ahora se ha profundizado un desarrollo económico estatista que sin duda permite procesos redistributivos (y que seguirá garantizando victorias electorales), el camino señalado por la Nueva Constitución Política del Estado debe contribuir a recuperar matrices comunitarias y generar nuevos proyectos de vida colectiva, por fuera de los cálculos y las relaciones capitalistas. El perverso modelo extractivista debe ser desterrado del horizonte de este proceso, que también necesita articular otros modos de lo estatal, ligados a lo plurinacional.

El desarrollo civilizatorio capitalista ha producido una degradación sin precedentes en las formas de vida a nivel planetario. A esta altura, pocas dudas quedan sobre este hecho: el crecimiento desenfrenado de las fuerzas productivas (¿o podríamos decir destructivas?) nos condujo a un escenario de desastres ecológicos y a una profunda injusticia y desigualdad social; la pregunta (necesaria, urgente) es cómo salimos de eso. Enarbolar la posibilidad del Vivir Bien como alternativa y como horizonte de significación es también exponer la validez y la necesidad de sus contenidos a nivel mundial. En estas latitudes, los movimientos de los diversos abajos tienen la oportunidad histórica de debatir profundamente el rumbo del país; la disputa sigue abierta y el destino no está escrito. 

Estamos viviendo un período de transición entre un Estado racista, colonial, patriarcal y capitalista que no acaba de morir y un Estado plurinacional y descolonizado que no acaba de nacer. Las fricciones entre ese pasado que no termina de irse y el futuro que aún no llega se dan en el presente, y en esa lucha está Bolivia: no hay duda de que la tarea histórica es descomunal. Es una etapa creativa y fecunda, en la que por momentos los errores internos son más peligrosos que los aciertos del enemigo. Muchas conquistas se han logrado, pero el trabajo por la consolidación y la profundización de ellas es un proceso necesariamente permanente.

Asistimos a la refundación de un país con un protagonismo indígena sin precedentes. El proceso de cambio es irreversible, y no es del Evo ni del Álvaro ni del gobierno: es del pueblo en su conjunto. Las crisis mantienen al proceso en movimiento, lo interrogan y lo cuestionan; no hay porque huirles a las contradicciones que supone un proceso de cambio real siempre y cuando éstas sean parte de futuras radicalizaciones en la compleja y larga transición hacia la emancipación. Ojalá este gobierno y los gobiernos por venir puedan aprender de la experiencia del TIPNIS para no volver a cometer los mismos tropiezos. Sería indeseable que la construcción del Estado Plurinacional termine por tener más de Estado que de plurinacional. Más bien, apostamos a que los movimientos sociales logren transformar el Estado que han heredado. Como dice Zibechi, “pensar que son buenos para poner el cuerpo pero no para conducir, sería reproducir los modos coloniales que son precisamente los que pretendemos remover. Que los de abajo decidan, en el acierto o en el error. ¿No es esa la descolonización?”.

PD: agradecemos a Martin Cortes por sus amistosos comentarios e inquietudes y a Anders Burman y Mirna Ticona por transmitirnos su experiencia y su compromiso.

PD 2: Les compartimos este video




[1] Siempre que nos referimos  a descolonización estamos diciendo también des-patriarcalización. Tal como se ha conceptualizado en estas tierras, “no hay descolonización sin des-patriarcalización; no hay des-patriarcalización sin descolonización”.  
[2] Se habla ya de la “Cumbre social de diciembre”.
[3] El riesgo es que el MAS replique el ciclo de los partidos políticos tradicionales y busque su propia reproducción en el poder y ya no la ampliación de los espacios de participación.
[4] En los últimos 5 años, un millón de personas en todo el territorio boliviano salieron de la pobreza

sábado, 1 de octubre de 2011

Septima Entrega - TIPNIS



El conflicto suscitado alrededor de la construcción de la carretera que atravesaría el TIPNIS (Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Secure) condensa sin duda un conjunto de contradicciones propias de este proceso de cambio, proceso que conjuga una pluralidad y una diversidad de actores que no tienen siempre intereses armónicos. Es un momento convulsionado y conflictivo, en el que están empezando a salir a la luz (y por momentos de la peor manera) disputas históricas entre las organizaciones y movimientos que fueron y son la condición de posibilidad de este momento histórico.
Ya en el año 2006 (días gloriosos para el pueblo boliviano), en algunas entrevistas que hicimos se podía vislumbrar que la coexistencia de organizaciones tan diversas no iba a ser sencilla. Sin duda, el conflicto del TIPNIS va mucho más allá de las posiciones a favor o en contra del trazado de la carretera. No quiere decir esto que no haya que pronunciarse sobre el tema, pero lo cierto es que es solamente la punta de un iceberg: las contradicciones que se están expresando entre diferentes naciones indígenas, al interior del propio gobierno y también al interior de las confederaciones iban a expresarse de uno u otro modo, más tarde o más temprano: lo que esta en juego son las distintas versiones de lo que tiene que ser Bolivia y la capacidad de negociar un proyecto común.

Hay que tener en cuenta entonces las históricas diferencias entre los pueblos indígenas de la Amazonía y el Altiplano. En el Pacto de Unidad no se juntaron el hambre y las ganas de comer: se articularon organizaciones muy distintas que entendieron que era el momento histórico para hacerlo. Desde su fundación, el pacto de unidad cobijaba en su interior conflictos de intereses. No hay garantías de que van a seguir siendo aliados en forma permanente, y mucho menos de que no aparezcan disputas en la convivencia. Los pueblos de tierras altas (quechuas y aymaras) son bien distintos de los pueblos de tierras bajas (guaraníes y otros) en sus tradiciones, su cultura, su forma de habitar el territorio y sus modos de organización.

El planteo de los pueblos de tierras bajas es más complejo que “No tocar la Pachamana”. Para algunos habitantes del TIPNIS, se trata de la reproducción y ampliación de su condición de nación, se trata de la defensa de sus formas de vida. Este es el significado profundo que entraña la búsqueda de conservación de su territorio[1]. El Estado Plurinacional no puede construirse únicamente con lógicas cuantitativas; el desafío es poder dar voz y construir a partir del respeto de todas las naciones y los pueblos indígenas. Sin embargo, cuando los intereses de distintos grupos indígenas entran en pugna, no resulta sencillo conjugar los cálculos cuantitativos con lógicas cualitativas.

El luchador socio-ambiental Chico Mendes planteaba que no había que cuidar los bosques de modo abstracto sino cuidar a los pueblos que viven en los bosques. Habrá que ver entonces cuál es su opinión al respecto, conocerla y respetarla. En el  TIPNIS habitan 68 comunidades indígenas, que suman 11mil habitantes.  Vale aclarar que hay algunos pueblos que se han pronunciado a favor de la construcción de la carretera. Deberá abrirse un amplio proceso de consulta y discusión en el que están contempladas todas las posiciones.

Por otro lado, habría que diferenciar la marcha indígena que comenzó en Trinidad de los apoyos urbanos a la misma, y por supuesto, del aprovechamiento de la derecha de esta situación. Las clases medias de la Paz defienden fervorosas la Madre Tierra y denuncian el avasallamiento de bosques y animales. Bien lejos de las condiciones de vida de los indígenas es fácil hablar de especies en peligro, siendo que esto no es únicamente lo que está en juego para los pueblos indígenas. Los sectores conservadores se han montado en este conflicto, con discursos que remiten a la Pachamama y a los derechos ancestrales. Sin que esto desmerezca sus reclamos, los indígenas que están marchando se han transformado en el instrumento privilegiado que por estos días usa la derecha para atacar al gobierno.

Los medios de comunicación y algunos sectores en las manifestaciones urbanas también han querido construir un discurso que tiende a idealizar a algunos pueblos indígenas y a demonizar a otros. ¿Acaso los pueblos de tierras altas no son también sectores populares? ¿Acaso no pueden tener también reivindicaciones genuinas? ¿Acaso no han sido protagonistas del proceso de cambio?[2] ¿Cómo se abordará la resolución de futuros conflictos? ¿Cómo se conjugarán los por momentos antagónicos intereses de los diversos movimientos sociales?

¿Qué el gobierno cometió errores? Claro que si ¿Qué algunos de ellos son graves e injustificables, como la violenta intervención policial a la marcha? Más aún. Las torpezas del gobierno en el manejo del conflicto, las agresiones, la descalificación a los marchistas, la ausencia de voluntad real de diálogo[3] y la presencia permitida y sostenida por el oficialismo de campesinos obstruyendo la marcha (alentando así la confrontación), llevaron la situación a la repudiable intervención del domingo, que sin duda significó un punto de inflexión en la historia de este proceso. El presidente salió rápidamente a disculparse y suspendió la construcción de la carretera hasta que se efectivice el proceso de consulta, aún en discusión. Además puso en marcha una investigación para dar con los culpables, pero sin asumir totalmente la responsabilidad política del doloroso hecho. Los medios de comunicación hegemónicos, que han dado cobertura como nunca antes a una marcha indígena, inventaron que hubo muertos, y durante 24 horas el país fue un hervidero. Tardíamente, salieron a desmentir esta información pero una vez que el rumor está andando es mucho más difícil desactivarlo. 

Aún cuando no puedan compararse los errores cometidos con las atrocidades perpetradas por la derecha de este país (seguramente una de las más avanzadas en denigrar y degradar a la sectores indígenas y populares) es necesario ser profundamente autocríticos. Las manifestaciones que por estos días recorren al país son un llamado de atención para el gobierno, que debe corregir sus errores y dejar de lado la soberbia que por momentos lo atraviesa. Porque también hay que decirlo, al interior del gobierno hay sectores de la derecha que se han disfrazado y algunos espacios de decisión han quedado en manos de una élite tecnocrática[4]. Esta clase de conflictos ponen en evidencia la necesidad de profundizar y ampliar los espacios de participación y de construcción colectiva de las decisiones y de  la definición de las estrategias políticas, alejando definitivamente lógicas autoritarias de ejercicio del poder. Por otra parte, habrá que encontrar el equilibrio entre el respeto a la naturaleza, los derechos de los pueblos indígenas y la necesidad de obtener los recursos necesarios para mejorar la calidad de vida del pueblo boliviano y muy especialmente de aquellas poblaciones que no acceden a ningún sistema de salud y educación, ni los estatales ni los tradicionales, destruidos en muchos casos por los mismos que hoy pretenden que nada cambie. Hacia dónde se quiere ir, y quien conduce este proceso, es algo que no esta aún definido en forma contundente. El horizonte debe seguir siendo gobernar obedeciendo al pueblo.
Como decíamos, este conflicto está queriendo ser capitalizado por la derecha, y de algún modo el gobierno se lo ha regalado. Hay muchos intereses alrededor de que este proceso fracase, para poder volver a los anteriores esquemas de dominación. La denuncia sobre el oportunismo de los sectores conservadores fue el principal grito de la masiva marcha de las confederaciones sindicales y campesinas en apoyo a Evo Morales que ayer recorrió La Paz[5]. Pero creemos que además del enfrentamiento con los sectores conservadores, lo que hay de fondo son contradicciones internas, de las que hay que salir con responsabilidad política hacia el camino de transformación que las organizaciones sociales y pueblos indígenas han emprendido. Sin duda la restauración colonial y neoliberal está al acecho y detrás de cuanta “causa indígena” aparezca[6], pero no puede reducirse el conflicto a ello porque se estaría negando el desafío.

¿Pierde el gobierno electoralmente con la ruptura del Pacto de Unidad? Quizás no tanto, porque efectivamente las confederaciones sindicales y campesinas de tierras altas constituyen la mayoría numérica de su base social. Pero sin duda pierde la construcción de la plurinacionalidad, que no es un hecho consumado sino un proyecto en curso, un reto en marcha. El proceso de cambio no es propiedad de una persona o de un gobierno, sino del pueblo, del conjunto de los sectores populares. Sin duda, los debates que se están dando en este momento son discusiones en las que se pone a prueba la capacidad de generar cambios de fondo, y donde queda expuesta la complejidad de la construcción colectiva.  Apostamos a la profundización de un diálogo genuino y a una salida plural y colectiva, con alternativas reales que no debieran reproducir los argumentos y los cálculos del paradigma clásico de desarrollo, pero que a la vez deben indeclinablemente apuntar a mejorar las condiciones de vida de la mayoría de la población. Para esto no hay recetas: hay mucho por lo que alegrarse, bastante por corregir y demasiado por construir.

P.D.: estas reflexiones son producto de lo que vemos y leemos estando aquí, de los encuentros con diferentes referentes de organizaciones y funcionarios de distinto rango, de entrevistas en las marchas, y un largo etc. No tienen la pretensión de ser una explicación acabada de lo que está sucediendo, simplemente buscamos compartir nuestras perspectivas, aportar algunas dimensiones de la actual coyuntura, enriquecer y profundizar el debate, a partir de nuestro involucramiento con el destino del proceso boliviano, en el que se juegan, también, parte de las perspectivas populares de toda la región. Agradecemos a Mabel Thwaites Rey por sus lúcidas inquietudes y opiniones y a Diego Bersusky por sus interrogantes que nos ayudan a pensar.  





[1] En un principio, los marchistas se esforzaron por aclarar que no se oponen a la carretera en si misma, sino a que ésta pase a través de su territorio. Tampoco plantearon una marcha contra el gobierno, sino contra una de sus políticas.
[2] No acordamos con aquellos que sostienen que estas organizaciones han sido cooptadas por el gobierno. Hay una larga historia de lucha común y sin duda el apoyo es genuino. Sin embargo, es cierto que han perdido parte de su autonomía.
[3] Si bien se enviaron a la marcha numerosas comitivas ministeriales, se decía al mismo tiempo que la construcción de la carretera era un hecho, y que no estaba en discusión.
[4] El “gasolinazo” de diciembre de 2010 es muestra de ello.
[5] Algunas organizaciones piden también la renuncia de los ministros que no defienden los intereses populares.
[6] Basta leer los medios de comunicación o escuchar algunos slogans en las marchas paceñas.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Sexta Entrega

Pasaron dos meses,  un tercio de la estadía planificada. Quizás parezca poco, pero no lo es tanto. Ya no somos recién llegados, conocemos más y empezamos a tener algunas costumbres y rutinas paceñas, y también a extrañar la cercanía de los afectos. Acá van algunas impresiones y relatos de las últimas semanas.


Avisos clasificados


Por recomendación de Jiovanny, una mañana nos juntamos con el equipo de investigación que coordina Faryd Rojas. En total éramos ocho y, desayuno de por medio, nos contaron de su proyecto de trabajo colectivo. Hace dos años que están haciendo un análisis deconstructivo de la Nueva Constitución (NCPE), rastreando el proceso histórico de redacción de cada uno de los 411 artículos. De este modo, buscan volver a darle voz a las propuestas de las organizaciones sociales que participaron de las diferentes etapas de la redacción de la NCPE. En algunos casos, estas iniciativas quedaron por fuera del texto final, producto de las difíciles negociaciones con otros espacios políticos. Los ecos de la asamblea constituyente llegan hasta hoy; fue sin duda un momento conflictivo, de concesiones y conquistas, fruto de reclamos históricos a la vez que un suceso fundante de esta nueva etapa. Como equipo, también aportan una herramienta para la construcción de políticas públicas a partir de las múltiples lecturas posibles de la NCPE. Ésta implica no sólo un nuevo orden jurídico estatal sino también una nueva gramática constitucional, en donde los término/conceptos clásicos (ciudadanía, soberanía, democracia, pueblo) se redefinen y adquieren diferentes significados a la luz de la plurinacionalidad. Frente a quienes sostienen que el derecho es un espacio neutro, libre de determinaciones, intereses y poder, Faryd y su equipo hacen una lectura politizada de la constitución. Diariamente se juntan a discutir artículo por artículo, y nos invitaron a sus rondas. 

El Festival Internacional de Jazz de La Paz reúne año tras año a excelentes músicos que durante diez días llenan teatros, auditorios y bares con conciertos y zapadas. La noche de la apertura nos dimos el gusto de escuchar a Marcelo Pretto, un artista brasilero sumamente talentoso y carismático. Después del concierto, pudimos compartir con él y el resto de los jazzeros un generoso brindis. A lo largo del festival, músicos de Alemania, España, Argentina, Brasil y Bolivia dieron rienda suelta a su creatividad, incorporando a los standards del jazz tonalidades y ritmos locales, mezclando el sonido del contrabajo con el charango y el sikus.


Michael Jackson está viviendo en La Paz

Días después, nos juntamos con Danilo Sánchez, Ministro Consejero de la Embajada Cubana en Bolivia. Visitar “territorio” cubano siempre es una alegría. Cuba colabora con Bolivia en formación profesional y política, y también aporta insumos para las áreas de salud y educación. Danilo sintetizó la importancia de estas dimensiones en una sola frase: “En un proceso revolucionario, el pueblo necesita estar sano y poder pensar”. Por momentos, en la búsqueda de que no se repitan los errores cometidos en la historia cubana, se pierden de vista las especificidades propias de Bolivia, ligadas a su fuerte componente indígena. Sin duda, la solidaridad del pueblo cubano es fundamental en este camino.

Cualquier lugar es bueno para una siesta

Una de las experiencias más enriquecedoras que tuvimos fue haber sido invitados a la Escuela de Formación Integral de Liderazgo Indígena en Derechos, Género y Comunicación, coordinada por el CEFREC. Esta iniciativa nació en 2007 por demanda de las organizaciones sociales, ante la necesidad de formar a sus miembros para el proceso constituyente. Con un enfoque pedagógico desde la Educación y la Comunicación Popular como forma de descolonización, funciona a lo largo de un año y está dividida en diez módulos presenciales de quince días de duración, en los que un grupo de 40 personas convive en una casa en las afueras de Cochabamba. La propuesta incluye talleres de extensión en sus comunidades, donde replican y socializan lo aprendido, trabajando a partir de prioridades definidas por la propia comunidad. En la escuela participan integrantes de las 5 confederaciones nacionales que conforman el Pacto de Unidad. Allí comparten tradiciones, culturas, conocimiento, idioma, experiencias. Se trata de un espacio fundamental de encuentro en un momento político en el que las diferencias entre las organizaciones han alcanzado su punto máximo, a partir del conflicto del TIPNIS. Según los educadorxs, la escuela es un espacio donde se teje directamente la interculturalidad y donde se construye el estado plurinacional. Todos los días elijen dos responsables, que se ocupan de coordinar los tiempos, las actividades y de repartir hojas de coca entre sus compañerxs. Además hay una comisión de recreación encargada de la organización de las actividades deportivas y culturales para fomentar el intercambio y adquirir confianza. Por las noches ven películas y debaten sobre ellas.

Escuela de Formación del Cefrec

Es una  excepción que nos hayan invitado, un verdadero privilegio. Llegamos a la mitad del séptimo módulo y nos dieron una cálida bienvenida. Rafael Puente [1]  dio una de las mejores clases de historia que hayamos escuchado, una historia de reconquista y dominio, pero también de luchas y resistencias. El Rafo propone una relectura de la historia oficial boliviana, desde la perspectiva de los pueblos indígenas y muestra cómo se afirmó la visión colonial a lo largo de la historia de Bolivia y en el relato hegemónico de ésta. El segundo día trabajamos en grupos sobre la identificación de formas de colonialismo y propuestas de des-colonización en los distintos ámbitos de la vida cotidiana. Los compañerxs destacaron el rol de la educación, la cultura y la comunicación en este proceso. Son luchadorxs que entienden la ocupación de cargos como un sacrificio por la comunidad, y no como un medio para obtener ventajas individuales. Valoran mucho todo lo que aprenden, lo sienten una necesidad y están ansiosxs por compartirlo. Disfrutan el espacio de encuentro y dicen cosas como “Si no luchamos ahora, ¿Cuándo vamos a luchar? ¿Quién va a luchar por nosotrxs?”.

Las fuerzas más conservadoras, reaccionarias y racistas de este país están al acecho, abatidas por haber visto perjudicados sus privilegios de clase y de raza. Pretenden montarse sobre el conflicto del TIPNIS para debilitar el proceso de cambio que es del pueblo, al que sistemáticamente han reprimido y discriminado. Producto de sus errores, el gobierno parece haber perdido parte del apoyo, sobre todo en la población urbana. Han pasado 5 años, ya no hay la efervescencia del 2006 ni del 2009 y algunas cosas no cambiaron tanto. Pero hay algo que se dice muy claro en todo momento: la revolución democrática cultural lleva tiempo, hay que tener paciencia. Es obvio que va a haber errores (tiene que haberlos), el tema es que sean reversibles, y la preocupación de algunos es que sean definitivos.

Hasta la próxima…

PD: entre que terminamos de escribir esta entrega y la subimos a Internet, el gobierno tomó la terrible y repudiable decisión de reprimir la marcha en contra de la carretera del TIPNIS. Las organizaciones indígenas denuncian que hubo muertos producto de la represión, información que no fue confirmada oficialmente. La sociedad está movilizada, hay un paro general convocado para el miércoles y renunció la Ministra de Defensa. La crisis política se agudiza; y sentimos indignación, preocupación y tristeza.




[1] Reconocido historiador, Prefecto de Cochabamba en 2008, fue asesor presidencial y profesor de Evo Morales en otra escuela de formación. Actualmente, es director de la escuela de formación política del MAS

jueves, 15 de septiembre de 2011

Quinta Entrega

Seguimos participando y avanzando en el aprendizaje de lo que aquí sucede, y adentrarse en un proceso de esta clase implica necesariamente compartir no sólo los logros, las conquistas y las alegrías sino también considerar las contradicciones, los errores y los desafíos. Negar los avances conseguidos (o incluso en algunos casos oponerse a ellos porque no coinciden punto a punto con nuestros más bellos sueños revolucionarios) constituye sin duda una torpeza, tanto como idealizar a un proceso que enfrenta permanentemente retos y dificultades que ponen a prueba el carácter del mismo. En ese camino, nosotros tratamos de transmitir y compartir algo de lo que estamos viendo y viviendo.

En el campo de juego del Hernando Siles, momentos antes de un  vibrante 0 a 0 entre las selecciones de Bolivia y Perú


El II Encuentro Nacional de Mujeres Indígenas, realizado en las afueras de Sucre, fue un espacio de intercambio e interacción entre más de 90 mujeres, representantes de los municipios en conversión a la Autonomía Indígena Originario Campesina (AIOC). La construcción de las autonomías es un proceso necesariamente colectivo y parte esencial del Estado Plurinacional. Las dirigentes se están capacitando para luego poder socializar en sus bases lo aprendido y así fomentar la participación de las mujeres en la redacción de los estatutos autonómicos. A lo largo de dos días de trabajo intercambiaron conocimientos, experiencias, sueños y expectativas. Estas valientes mujeres están recuperando y re-impulsando, después de más de 500 años, la historia de las autonomías indígenas. El espíritu de las siguientes preguntas recorrieron el encuentro: ¿De qué se habla cuando se habla de autonomía? ¿Cómo participan las mujeres en la redacción de los estatutos? ¿Cómo conciben el auto-gobierno? ¿Cómo será la gestión pública en las AIOC´s? ¿Cómo se impartirá justicia, salud, educación? ¿Cuáles son las dificultades de las mujeres en el ejercicio de la autoridad?  ¿Cómo fortalecer la región autonómica como espacio productivo?

Descubra cuál de estas mujeres no es una dirigente indígena y gane una visita guíada por El Alto


Sobre estos temas versaron las discusiones (en castellano, quechua y aymara) en las comisiones de trabajo, a fin de recoger diferentes propuestas. Hablaron y escucharon con mucho respeto, trasmitiéndose fortaleza y dignidad; los tiempos de circulación de la palabra eran pausados, con silencios que de a poco convocaban a la participación. Las intervenciones de los representantes “técnicos” de la cooperación internacional en algunos casos clarificaba y en la mayoría resultaba invasivo y tendencioso. En los grupos destacaron la importancia de la educación crítica para poder cuestionar lo instituido. Surgieron también las nociones de agricultura sostenible y soberanía alimentaria y remarcaron la importancia de controlar la contaminación y de cuidar los recursos naturales. Por último, sostuvieron que hay que garantizar el acceso igualitario a la tierra y respetar los mecanismos originarios de elección de autoridades, de ejercicio de la justicia comunitaria y las formas de auto-gobierno.


Un descanso en el encuentro

La primera jornada concluyó con una noche cultural en la que cada delegación compartió con el resto una expresión típica de su región, llenando de color y alegría la velada. Fue, en su totalidad, un espacio hermoso de fraternidad e intercambio en el cual aprendimos que la autonomía indígena tiene como objetivo pensar en la comunidad, privilegiar lo colectivo y construir el vivir bien. Como bien dijo una compañera, “la libertad es dejar de pensar en términos y valores capitalistas”.

En el Banco Central se organizaron una serie de encuentros (obligatorios para funcionarixs del Estado) sobre Desconolonización de la ética del servidor/a público. Pudimos ir a uno de ellos y seguimos conociendo sobre la voluntad y los intentos de descolonizar, pero también sobre la forma en que eso se convierte en políticas de Estado. Con todas las dificultades que eso supone, están inventando institucionalidad, en un devenir en el que conviven instancias estatales que reproducen la colonialidad del poder y un viceministerio de descolonización. Se trata de una singular convivencia de poderes, en la que chocan el saber eurocéntrico de la gestión pública y el saber popular de los movimientos sociales.

Unos días después, tomamos un colmado mini-bus rumbo a Viacha (a 30 km de La Paz), para participar en el “Purak Tambo”, una feria itinerante organizada por el Wayna que aterriza en alguna comunidad una vez por mes. Tiene puestos de artistas, agricultores, escritores, escultores y muestras relacionadas con la salud, el consumismo y la historia de las luchas de la ciudad de El Alto. También montan un escenario en el cual desfilan, a lo largo de 8 horas, bandas de reggae, rock y funk, combativos hip-hoperos, bandas de sikuris y obras de teatro. En fin, una fiesta que viaja de plaza en plaza, generando un lugar de encuentro en el espacio público y que allí donde llega, reafirma el protagonismo de los jóvenes.


Rock and Chola


La Vicepresidencia del Estado Plurinacional organiza periódicamente un ciclo titulado “Pensando al mundo desde Bolivia”. Desde el 2006, intelectuales y académicos de gran trayectoria internacional (ya pasaron Negri, Wallerstein, Laclau, Zizek, Amin, Jessop, Dussel y Zemelman entre otros) dictan un curso de una semana de duración para funcionarixs, docentes y miembros de organizaciones sociales, que cierra con una masiva entrevista pública con Álvaro García Linera. Esta vez el invitado fue Jorge Veraza, un marxista mexicano que problematizó acerca de los encuentros y desencuentros de Marx con America Latina. Tuvimos la suerte de que el Chalo (así hay que dirigirse al Coordinador de Participación Ciudadana y encargado de los encuentros) nos invitara al seminario y tuvimos la oportunidad de escuchar, de la boca del autor, sus polémicas interpretaciones del marxismo e interrogarlo sobre ellas.  

Como si esto fuera poco, el pensador portugués Boaventura de Sousa Santos llego al país invitado por la universidad publica y dio una magnifica conferencia en la que expuso su aguda visión sobre el contexto internacional de crisis y las posibilidades de América Latina, algunas de las dualidades de la Nueva Constitución y sus ideas de cómo se puede compatibilizar la generación de riqueza con el vivir bien y el respeto a la Pachamama (incluyendo sus propuestas de alternativas sobre el TIPNIS). Allí nos encontramos con  varias caras conocidas con las que cruzamos saludos y comentarios sobre lo expuesto.
  
El conflicto del TIPNIS [1] en este momento concentra la atención del gobierno y los movimientos sociales: las dificultades y los desacuerdos entre ellos los colocan en permanentes encrucijadas, frente a las cuales nadie puede creerse dueño de las recetas para consolidar la senda del cambio. Hay mucho en juego en cómo se resuelva esta situación; un discurso fuertemente ligado al neo-desarrollismo se contrapone a la construcción del vivir bien. Y el escenario de la confrontación es bien complicadito: se mezclan la protección de un parque nacional, la des-articulación de la élite cruceña, el derecho a la consulta sobre territorios indígenas, el apoyo de los cocaleros, la alianza con la burguesía brasilera, el IIRSA, la integración nacional, las relaciones al interior del pacto de unidad [2], las próximas elecciones…


Movilización de cocaleros en La Paz

Por otro lado, los cambios históricos tienen una temporalidad propia, distinta a las ansiedades de hombres y mujeres que están (estamos) haciendo y viviendo la historia. El despertar histórico de Bolivia nos exige estar alertas y expectantes, sabiendo que las transformaciones profundas llevan necesariamente más tiempo del que nos gustaría.

Hasta la próxima…



[1] El gobierno proyecta construir una carretera que uniría los departamentos de Beni y Cochabamba, atravesando para ello el Territorio Indígena y Parque Nacional Isidoro Securé (TIPNIS). Hace un mes comenzó una marcha hacia la Paz por parte de algunas organizaciones indígenas que se oponen a la construcción de la misma.
[2] El pacto de unidad es una alianza entre las 5 organizaciones sociales más importantes del país,  una instancia que tiene como objetivo coordinar, articular y estructurar planes, programas y proyectos a partir de la concertación de acciones políticas, sociales, económicas y culturales mediante una agenda conjunta.